La Confianza es un sentir que se construye sobre hechos concretos. Esto vale tanto para la autoconfianza como para la que tenemos con respecto a otros.
¿Pero qué pasa cuando situaciones o personas te han defraudado? ¿Te detuviste a pensar si confías realmente cuando decidís confiar? ¿Qué te lleva a confiar o no en alguien?
La confianza es una apuesta que no pide garantías, que no mide consecuencias ni tiene expectativas.
Desde la mirada del coaching, la confianza se sustenta en cuatro patas:
La confiabilidad, ya que según lo que esa persona haya hecho en su pasado y su historial de promesas cumplidas o no, nos dará el puntapié para saber si es una persona confiable para nosotros.
La sinceridad, ya que la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y decimos forman parte de lo que todo ser humano busca a la hora de confiar en otro, que sea sincero.
El involucramiento, el cual nos habla de cuan comprometido está el otro, por ende, si realmente podemos confiar en que hará lo que dice que va a hacer.
Y por último, la competencia, puesto que no podemos confiarle una tarea o un rol a una persona que no es competente para realizarlo, que no dispone de los recursos, conocimientos o habilidades para poder llevarlo a cabo.
Cuando decidimos confiar en algo o alguien podemos revisar anteriormente, si realmente esa persona nos parece confiable, sincera, involucrada y competente. Pero si hay algo seguro, es que una vez que apostamos a confiar, nunca podremos controlar el resultado final. Y es ahí cuando pese a tomar todas las precauciones, si alguna persona nos decepciona y el resultado no termina siendo el esperado por nosotros, nos frustramos y esto afecta directamente a nuestras futuras relaciones donde queremos confiar, pero ante el primer “indicador”, nos alertamos y cerramos de un portazo toda posibilidad.
Confiar es abrazar la incertidumbre, sabiendo que independientemente del resultado, estamos apostando a algo que nunca podremos controlar y sin embargo, lo elegimos igual. Confiar es para valientes, es una apuesta de amor, es dar un paso camino al vacío con los ojos tapados.
¿A cuántas nuevas posibilidades nos cerramos por miedo a confiar? ¿Cuánto perdemos por no confiar? ¿De quién depende la elección de qué hacer si me decepcionan al confiar?
“Un ave posada en una rama nunca teme que la rama se quiebre, su confianza está en sus propias alas” Y vos, pese a todo lo que pueda suceder ¿Confías en vos mismo y en tu poder de volar?