Parece tan simple. Si abrimos nuestro corazón y desde ahí volvemos a leer las consignas, seguramente, logremos descubrir un poquito más profundamente lo que estas tres frases nos proponen.

HACER con alegría y del mejor modo posible todas nuestras tareas.

DAR todo! Todo lo bueno que tengamos para compartir. Irradiando nuestra energía permanentemente, compartiendo nuestro brillo Sin medir. Solo brindando en cada oportunidad nuestra mejor versión, iluminando nuestro alrededor, iluminando a los demás.

RECIBIR “sin quejarnos” lo que nos toque. Tratando de no preguntarnos “por qué a mí” Agradeciendo lo que llega a nuestra vida, comprendiendo que a veces nos toca mucho y otras veces poco. O acaso nos preguntamos en las buenas épocas “¿por qué a mí?" De este modo corremos a la queja de nuestro sistema de pensamiento y sentimiento.

Hacer, dar y recibir, un hermoso ejercicio constante. Un precioso circuito que podemos, desde nuestra intencionalidad, transformar en un círculo sustentable de amor, energía pura, renovable y positiva.

Ejercitemos cada día, un poquito, estas tres tareas esenciales.